¿Tienes problemas para conciliar y mantener el sueño durante la noche? ¿Sientes que no has podido dormir bien? ¿Te has preguntado alguna vez qué sentido tiene el insomnio?
El insomnio es el trastorno del sueño más común en la población adulta. Casi todo el mundo lo ha vivido alguna vez en mayor o menor medida. El origen del insomnio es multifactorial, y entre sus causas más comunes se encuentran trastornos neurológicos, psiquiátricos u otras enfermedades médicas. Independientemente de su origen o tipología, existen varios hábitos con los que podemos minimizar y afrontar esta sintomatología. A continuación, te planteamos varias opciones que te ayudarán a conciliar el sueño.
1. ¿Qué hacer antes?
Uno de los principales motivos que causan nuestra dificultad para poder conciliar el sueño durante la noche son los hábitos que tenemos durante el día y, especialmente, aquellos que tenemos justo antes de dormir. La mayoría de enfoques sobre insomnio hacen únicamente hincapié en estos factores, lo cual, si bien tiene una gran utilidad, tal vez no sea suficiente para tener una visión más general y completa de la problemática. Seguidamente, repasaremos algunos de los puntos fundamentales que se suelen tener en cuenta:
- Ingesta de alimentos/bebidas tóxicas o de difícil asimilación. El consumo de bebidas estimulantes (café, taurina…), tabaco, sustancias estupefacientes, azúcar o alimentos de difícil asimilación pueden ser causa en la disminución de la cantidad y la calidad del sueño, debido a la sobre-excitación que éstos causan en el organismo. Una alimentación saludable no sólo quita el hambre y la sed, sino que facilita la capacidad de reposo del cuerpo.
- Estilos de vida inadecuados. Un estilo de vida excesivamente sedentario puede repercutir negativamente en nuestras ganas de dormir. Prueba a practicar un deporte o una actividad física o mental de mayor intensidad durante el día para que tu cuerpo tenga mayores motivos y necesidad para descansar.
- Actividades estresantes. Antes de irnos a dormir, una discusión con algún familiar o amigo, ver programas de televisión o leer libros relacionados con el suspense, acción intensa, horror, violencia… puede hacer que el organismo entre en estrés. Dedica el tiempo previo a acostarte como un ritual por el cual puedas empezarte a relajar. Apagar la tele, el ordenador o el móvil unas horas antes de irte a dormir es una forma indirecta de ayudar a apagar tu actividad física, mental y emocional.
- Condiciones ambientales. ¿Tienes asociada tu habitación al descanso? En muchos casos, crear un espacio donde descansar acaba retroalimentándose con el descanso mismo. Procura darle un lugar a cada función para inducir a tu inconsciente qué debe facilitar en cada momento con un sencillo condicionamiento.
Sin embargo, hay personas que no cumplen ninguno de estos requisitos y duermen plácidamente, mientras que otros los cumplen todos y aún refieren dificultades. Veámoslo de una forma más profunda.
2. ¿Qué hacer durante?
Es importante entender que para tu cuerpo hay una buena razón para no dormir, un motivo por el que permanecer alerta. Por ello, lo primero que debemos hacer es respetar ese motivo y observarlo con comprensión y tolerancia. De nada sirve querer «forzarse» a dormir, puesto que conseguiremos el efecto contrario.
Uno de los rasgos más comunes en personas con recurrentes problemas de sueño es su tendencia a querer controlarlo todo. «Soltar» y aceptar la situación tal y como se presenta es una condición sine qua non para comenzar a superar la circunstancia de una forma adecuada. Se trata de adaptarse al fluir de lo que sucede en lugar de remar a contracorriente y agotarse sin sentido. La posición más ecológica sería fluir con ello mientras trato de entender para qué sucede y qué aprendizaje encierra. En lugar de luchar contra ello, medita, relájate y permite que tu cuerpo descanse sin expectativas ni necesidades.
No existe el tiempo perdido, sólo el tiempo desaprovechado viviendo en realidades que no existen, esto es, la que pasó y la que está por venir.
Quizás sea este un momento en el que tienes algo pendiente que reflexionar, un momento de intimidad contigo mismo que no te has permitido y tu cuerpo necesita. En esos momentos de pausa puedes preguntarte: ¿qué es lo que debo vigilar? ¿a que debo de estar atento? ¿qué peligro conlleva dormirme? No debemos olvidar que, biológicamente, la noche supone un momento en el que estamos indefensos y con la atención muy disminuida. Mantenernos despiertos puede ser una solución adecuada para el inconsciente. Recordemos que a ese nivel no podemos distinguir lo real de lo simbólico y, por ello, una amenaza simbólica puede verse reflejada en una respuesta adaptativa fisiológica, como el insomnio.
3. ¿Qué hacer después?
Como dijo Nietzsche, “para el arte del sueño, uno debe estar despierto todo el día”. Es decir, para comprender nuestra falta de descanso hemos de identificar cuáles son los conflictos que nos «quitan el sueño». Revisa tu día a día para reconocer cuáles son las situaciones de estrés que se reflejan por la noche. Puede que tengas tareas por resolver, o quizás hay un tema que evitas constantemente porque te resulta angustioso o peligroso. Hay casos de insomnio en los que la persona lleva mucho tiempo retrasando una decisión, otros en los que tiene que dar un paso importante pero no se atreve. Quizá vive una situación que no soporta y no para de justificarse y auto-engañarse para seguir viviéndola sin cambiar, para no salir de su limitante y dañina zona de confort…
Hay tantos conflictos emocionales relacionados con el insomnio como casos particulares existen. Sin embargo, tener en cuenta una visión biológica, adaptativa y funcional puede ayudarnos a gestionarlo de otra manera.
Aprender a lidiar con nuestros conflictos emocionales en el día a día es lo que nos permitirá dormir bien cuando llegue la noche ...y a seguir “soñando”.